En 1972, en un contexto de gran bonanza económica, el Partido Socialdemócrata Sueco de Olof Palme elaboró un programa cuya premisa establecía que las relaciones afectivas deben ser libres de cualquier dependencia económica. A través de un sistema de subvenciones se promovió la independencia económica de las personas frente a sus parejas, de los ancianos frente a sus hijos, de los adolescentes frente a sus padres. El ciudadano sueco tendría “libertad” para definirse solo por aquellas relaciones que quisiera establecer voluntariamente, mientras que el estado tutelaría y se haría cargo de otras que el individuo considerase impuestas por las circunstancias.
Posiblemente, esta política ha contribuido a extender el individualismo en la sociedad sueca. 50 años después, una de sus consecuencias más visibles es la gran cantidad de personas que muere en soledad. Un agencia estatal se encarga de entrar en los domicilios de los fallecidos para buscar, a menudo sin éxito, posibles vínculos familiares para poder solucionar flecos administrativos.
La alta valoración social del concepto de independencia se ha extendido como mentalidad dominante por el resto de Europa, incluso en aquellas sociedades, como la española o la italiana, con una fuerte tradición de cultura familiar y comunitaria. Desde hace décadas en Occidente se nos educa en la exaltación del individualismo como valor abstracto, lo que en ocasiones contradice nuestra experiencia personal.
Reflexionando sobre mi vida, concluyo que mis relaciones más libres, verdaderas y significativas se dan en un contexto de dependencia económica, sin que este factor suponga un menoscabo de las propias relaciones. Mi propia experiencia impugna, por tanto, la idea de que no es posible una relación verdadera con condicionantes económicos.
Este pequeño proyecto comienza con noticias sobre ancianos encontrados muertos en sus casas en nuestro país, como documento de una realidad que ya alcanza a toda Europa. A continuación se presentan fotogramas del documental The Swedish Theory of Love (Erik Gandini, 2015), siempre en página izquierda, en comparación o diálogo con fotografías realizadas en mi casa los días 15 y 16 de octubre de 2017, situadas en página derecha. Este intento ingenuo de refutación visual pretende ilustrar la contradicción a la que hago referencia. Oberoende significa independencia en sueco.